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“Un vasto movimiento para el bien de los jóvenes”

Intervención del RM en las Jornadas de Espiritualidad
de la Familia Salesiana

La semilla se ha convertido en un árbol y el árbol en un bosque

“El reino de los cielos se puede comparar a un granito de mostaza, que un hombre toma y siembra en su campo. Es la más pequeña de todas las semillas pero, una vez crecida, es la mayor de las hortalizas y se convierte en un árbol, de tal modo que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas” (Mt 13, 31-32)

Queridos hermanos y hermanas de la Familia Salesiana: Os saludo con el corazón de Don Bosco, de cuyo celo y caridad pastoral ha nacido nuestra Familia espiritual y apostólica. Nosotros somos el fruto más bello y fecundo de su total entrega a Dios y de su pasión por ver a los jóvenes, especialmente los más pobres, necesitados y en peligro, alcanzar la plenitud de vida en Cristo. Tras los aguinaldos tan propositivos y comprometedores de los últimos tres años, que han provocado una significativa cantidad de iniciativas en los diversos grupos de la Familia Salesiana, ha llegado el momento de dar un paso al frente en fidelidad a la intuición y creación original de Don Bosco que “ha pensado siempre en la unidad de las fuerzas apostólicas salesianas: para él ningún grupo ha existido fuera de esta perspectiva unitaria, más fuerte y más rica que la distinción en tres grupos (SDB, FMA y Cooperadores, y luego todos los demás grupos apostólicos nacidos bajo la inspiración salesiana) exigida por el derecho canónico, y, por desgracia, exagerada en el decurso de la historia”. Esta convicción ha sido reafirmada en 1972 por el entonces Rector Mayor don Luis Ricceri: “En la mente y en el corazón de Don Bosco, la Familia Salesiana es UNA, con una unidad enraizada en la comunión del espíritu y de la misión, al servicio total de la juventud y del pueblo. Realiza así, a nivel superior, una verdadera comunidad en la que todos los miembros se integran según sus propios dones, sus funciones específicas y las diversas formas de vida posibles en el seno de la Iglesia”. He aquí, pues, que os propongo un aguinaldo aún más estimulante, urgente, exigente y prometedor que los anteriores. Tiene que ver con nuestra identidad y nuestra misión. De él depende, en efecto, una presencia más visible en la Iglesia y en la sociedad y una acción más eficaz para afrontar los grandes desafíos del mundo de hoy. El año 2009 debe ayudarnos a hacer siempre más real la convicción de Don Bosco que la educación de los jóvenes requiere una gran red de personas dedicadas a ellos y una decidida convergencia de intervenciones para alcanzar las metas que los jóvenes esperan, y ser significativos para la sociedad. Por eso en nombre de Don Bosco os pido: Comprometámonos en hacer de la Familia Salesiana un vasto movimiento de personas para la salvación de los jóvenes Dos acontecimientos convergentes Se dan dos acontecimientos que justifican la elección del tema de este Aguinaldo para el 2009: el 150º aniversario de la fundación de la Sociedad Salesiana y la preparación del bicentenario del nacimiento de Don Bosco (1815-2015). Con la celebración del primero iniciamos la preparación del segundo. Lo hacemos recordando la llamada de Juan Pablo II en el Jubileo del 2000: “¡Cada familia religiosa vivirá bien el Jubileo regresando con pureza de corazón al espíritu del Fundador!” Para nosotros, por tanto, esta celebración jubilar significa fidelidad renovada y creativa a Don Bosco, a su espiritualidad, a su misión. Habrá un “Año Santo Salesiano”, durante el cual estamos llamados a revivir con luminosidad y a comunicar con entusiasmo las experiencias de vida, las modalidades de acción, los rasgos de espíritu que han guiado a Don Bosco y, antes que otros a Madre Mazzarello, a la santidad. En este sentido no puedo dejar de recordar cuál ha sido la experiencia de Don Bosco. En un primer momento se consagró personalmente en cuerpo y alma a la salvación de los jóvenes que veía abandonados por las calles; luego invitó a algunos a compartir su trabajo apostólico, dando lugar a una especie de primera forma de “Familia Salesiana”. Pero, tras haber visto cómo tantos le abandonaban y le dejaban solo o casi, reunió a su alrededor a un grupo de jóvenes y los educó para formar con él una familia religiosa: así nacieron los Salesianos, luego siguieron los otros grupos, estructurados a diverso nivel, pero con los mismos objetivos apostólicos. Este rápido atisbo de recorrido “histórico” ilustra sobre qué es la Familia Salesiana y su relación con el núcleo fundamental, los consagrados –SDB e FMA-, cuyo corazón y cuyo motor, como por lo demás el de toda la Familia Salesiana, es la pasión del “Da mihi animas, cetera tolle”. Esta concentra el espíritu que debe caracterizar a todos los miembros y grupos de la Familia Salesiana. Me parece natural que cuanto más completa es la consagración, tanto mayor es la responsabilidad de la animación. Esta convicción nos ha sido confirmada por el Santo Padre Benedicto XVI, en el discurso de la Audiencia a los Capitulares del 31 de marzo de 2008: “Don Bosco quiso que la continuidad de su carisma en la Iglesia fuese asegurada por la elección de la vida consagrada. También hoy el movimiento salesiano puede crecer en fidelidad sólo si en su interior sigue existiendo un núcleo fuerte y vital de personas consagradas”. 1. La Familia Salesiana ayer El 150º aniversario de la fundación de la Sociedad Salesiana es una ocasión privilegiada para reflexionar sobre la idea original de Don Bosco y sobre la fundación concreta de los grupos originarios, suscitados y cultivados por él: los Salesianos de Don Bosco, las Hijas de María Auxiliadora, la Asociación de los Cooperadores Salesianos, la Asociación de los Devotos de María Auxiliadora. En este momento me parece obligatorio, esclarecedor y al mismo tiempo conmovedor, leer la reseña del Acta de fundación de la Sociedad de S. Francisco de Sales: “El año del Señor mil ochocientos cincuenta y nueve al día 18 de Diciembre en este Oratorio de S. Francisco de Sales en el cuarto del Sacerdote Bosco Juan a las 9 horas postmeridianas se reunían, él, el Sacerdote Alasonatti Victorio, los clérigos Savio Ángel Diácono, Rua Mihuel Subdiacono, Cagliero Juan, Francesia Juan Bautista, Provera Francisco, Ghivarello Carlos, Lazzero José, Bonetti Juan, Anfossi joaquín, Marcelino Luis, Cerruti Francisco, Durando Celestino, Pettiva Segundo, Rovetto Antonio, Bongiovanni César José, el joven Chiapale Luigi, todos con el fin y en un mismo deseo de promover y conservar el espíritu de verdadera caridad que se requiere en la obra de los Oratorios para la juventud abandonada y en peligro, la cual en estos calamitosos tiempos viene de mil maneras seducida en daño de la sociedad y precipitada en la impiedad y la irreligión. Agradó a los mismos Reunidos erigirse en Sociedad o Congregación que teniendo como mira la mutua ayuda para la santificación propia se propusiera de promover la gloria de Dios y la salud de las almas especialmente de las más necesitadas de instrucción y de educación y, aprobado de común acuerdo el plan propuesto, habiendo hecho una breve oración y habiendo invocado la luz del Espíritu Santo, procedían a la elección de los Miembros que deberían constituir la dirección de la sociedad para ésta y para nuevas Congregaciones si Dios quiere favorecer el crecimiento”. Considero que en este texto tenemos los puntos fundamentales no solamente para la Congregación Salesiana, sino para la entera familia salesiana: la comunión de espíritu y caridad al servicio de la “obra de los Oratorios para la juventud abandonada y en peligro”, la necesidad de “erigirse en Sociedad o Congregación”; la búsqueda de la “santificación propia”, realizada a través de la realización de la misión: “la gloria de Dios y la salvación de las almas”; con un campo específico “la instrucción y educación”; pensando ya en la posibilidad de “nuevas Congregaciones si Dios quisiera favorecer el incremento”. Pues bien, partiendo de la parábola usada por Jesús para explicar el Reino de los cielos y su dinamismo, me atrevo a decir que la semilla sembrada por Don Bosco ha crecido hasta convertirse en un árbol frondoso y robusto, verdadero don de Dios a la Iglesia y al mundo. En efecto, la Familia Salesiana ha vivido una auténtica primavera. A los grupos originarios se han unido, bajo el impulso del Espíritu Santo, otros grupos que, con vocaciones específicas, han enriquecido la comunión y acrecentado la misión salesiana. Hoy es evidente a los ojos de todos cuánto ha aumentado la Familia, se ha multiplicado el trabajo realizado y el que soñamos; se ha extendido sin límites el campo de acción en beneficio de tantos jóvenes y adultos. Esto nos hace agradecidos al Señor y tomar conciencia de nuestra mayor responsabilidad porque como toda vocación, también esta de la Familia Salesiana está al servicio de la misión, en nuestro caso la salvación de la juventud, especialmente la más pobre, abandonada y en peligro. 1.1 La “semilla” carismática El espíritu, la mentalidad, la experiencia pastoral, la visión del mundo y de la Iglesia llevaron a Don Bosco a algunas convicciones y correspondientes iniciativas: • La misión universal de la Iglesia, de asumir en manera solidaria, de salvar a todo el hombre y a todos los hombres. En el interior de esta misión sus hijos y seguidores se deben caracterizar por la preferencia hacia los jóvenes, los pobres y los pueblos no evangelizados. • La utilidad, más aún la urgencia y la necesidad propulsora de unirse espiritualmente y de asociarse operativamente para empresas que respondan al fin indicado. • La posibilidad de que el espíritu que se le dio debía ser vivido en diversos estados de vida y, por tanto, de contribuir a través de la unión de los “buenos” a la gran misión de la Iglesia, insertándose en ella con las “prioridades” salesianas. • La fundación de los primeros grupos: aglutinados espiritualmente en torno a la experiencia oratoriana, como misión, como estilo, como método y como espíritu: - con diverso vínculo respecto a la Congregación salesiana (núcleo original), - con diversa consistencia asociativa, - con diverso nivel de compromiso público “cristiano” como requisito de pertenencia. • La función histórica de los SDB, de las FMA, de los CC.SS. 1.2 La semilla bajo la nieve: el crecimiento silencioso Estas intuiciones se han desarrollado según la comprensión que los seguidores de Don Bosco podía tener en el contexto de una cierta visión y vida de de Iglesia. Este desarrollo se nota: - en la permanencia y extensión de los grupos fundados por Don Bosco; - en la puesta al día y en las revisiones periódicas de los elementos organizativos y espirituales; - en el sentido de las relaciones vitales que estos grupos mantienen entre ellos. Entre tanto otros grupos han ido surgiendo en diversos continentes con características análogas, porque fueron fundadas por Salesianos. Entre estos ciertamente emerge el grupo de las Voluntarias de Don Bosco, traducción del espíritu salesiano en la secularizad consagrada, que era también una novedad en la Iglesia. Las nuevas condiciones creadas por el Concilio Vaticano II (Iglesia comunión, renovación de los Institutos de vida consagrada, retorno al carisma original, aparición del laicado), han llevado a descubrir y evidenciar el carácter de “familia” carismática que la constelación de grupos surgidos podía tener y a formular incluso orientaciones operativas en este sentido: comunicación entre los grupos, expresiones de comunión, rol animador de los Salesianos, el Rector Mayor como referencia significativa, elementos comunes de la espiritualidad. Esta nueva mentalidad debe pasar, sin embargo, del papel a la vida de cada grupo y de cada uno de los miembro de los grupos a fin de que la Familia Salesiana sea vivida como una dimensión de su vocación. “¡Sin vosotros no existimos ya nosotros!” 1.1 El árbol y el bosque: un desarrollo exuberante Algunos hechos han acompañado y sostenido el desarrollo de la Familia: • Ha sido pedida y reconocida públicamente la pertenencia de los grupos que surgieron tras la muerte de Don Bosco. En su conjunto los grupos reconocidos oficialmente hoy son veintitrés: 1. La Sociedad de San Francisco de Sales (Salesianos de Don Bosco) 2. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. 3. La Asociación de los Salesianos Cooperadores. 4. La Asociación de María Auxiliadora. 5. La Asociación de los Exalumnos y Exalumnas de Don Bosco 6. La Asociación de los Exalumnos y Exalumnas de las Hijas de María Auxiliadora. 7. El Instituto de las Voluntarias de Don Bosco 8. Las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María 9. Las Salesianas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús. 10. Las Apóstoles de la Sagrada Familia 11. Las Hermanas de la Caridad de Miyazaki 12. Las Hermanas Misioneras de María Auxiliadora 13. Las Hijas del Divino Salvador 14. Las Siervas del Corazón Inmaculado de María 15. Las Hermanas de Jesús Adolescente 16. La Asociación de Damas Salesianas 17. Los Voluntarios con Don Bosco 18. Las Hermanas Catequistas de María Inmaculada Auxiliadora 19. Las Hijas de la Realeza de María Inmaculada 20. Los testigos del Resucitado 2000 21. La Congregación de San Miguel Arcángel 22. La Congregación de las Hermanas de la Resurrección 23 La Congregación de las Hermanas Anunciadoras del Señor • Han nacido también otros grupos que esperan que maduren las condiciones para ser formalmente reconocidos como miembros de la Familia Salesiana; entre tanto se cultiva el terreno en el que otros grupos podrían expresarse todavía. • La Familia Salesiana ha reflexionado abundantemente sobre su propia identidad (cfr. ACG 358), sobre los elementos de su consistencia y unidad, sobre su organización para la comunicación (cfr. Carta de la Comunión y Carta de la Misión). • Cada grupo ha procurado reforzarse dándose Estatutos o Reglamentos de Vida, líneas guía para la formación de los miembros, síntesis de la propia espiritualidad específica salesiana, y comprometiéndose a mejorar la organización y encontrar vías y oportunidades de crecimiento y desarrollo. • Se ha realizado un esfuerzo común para profundizar las posibilidades y definir las modalidades de comunión entre todos: ha sido un punto válido de referencia, primero la Carta de Comunión y luego la Carta de la Misión, que es preciso seguir difundiendo, estudiarla y llevarla a la práctica. 2. En el tercer milenio: el hoy y el mañana 2.1 En el camino de la comunión La Iglesia ha entrado en una nueva fase de comunión, marcada por Sínodos continentales y de la Iglesia universal, por el diálogo ecuménico, por el movimiento interreligioso, por la solidaridad globalizada, por el compromiso de la reconciliación. Características de esta comunión son: - la revisión de los fundamentos, - una mayor extensión, - la comprensión más adecuada de sus condiciones, - una mayor visibilidad, - una mayor operatividad apostólica y misionera, - su referencia a la misión: “La comunión genera comunión y se configura esencialmente como comunión misionera” (ChL 32) Aún siendo la nuestra una Familia preferentemente apostólica, por su ser familia ahonda necesariamente sus raíces en el misterio de la Trinidad, origen, modelo y meta de cada familia. Contemplando al Dios-Amor, al Dios-Comunión, al Dios-Familia, comprendemos qué significa para nosotros la misión (“ser signos y portadores del amor de Dios”), la espiritualidad de comunión, el ser familia. El Padre nos pide la amplitud del corazón para cuantos, miembros y grupos de la Familia Salesiana, nos acogemos y reconocemos como hermanos y hermanas, hombres y mujeres amados por Él: llamados por Él personalmente a trabajar en su campo con un mismo objetivo. La mezquindad del corazón humano puede alzar barreras, crear distancias y separaciones, buscar –como entre los Apóstoles- el primer puesto, con perjuicio del Reino. A veces son nuestros miedos o reservas ante la unidad con los otros los que producen efectos similares. Corazón como el del Padre significa afecto verdadero y profundo a los jóvenes y a cuantos entregan su vida por ellos. Se traduce en cordialidad, valorización de todos y cada uno, reconocimiento de lo que cada uno puede y llega a dar. El Espíritu Santo nos indica una segunda actitud para construir familia: la acogida grata y alegre de la diversidad. Manifestación del Espíritu son la multitud de lenguas, los diversos carismas, los diversos miembros de un cuerpo. Son millones de hombres, plasmado cada uno de ellos singularmente como hijo de Dios. El Espíritu no se repite, no produce en serie. Don Bosco fue maestro en el hacer aflorar la unidad de la diversidad de tipos y temperamentos, de condiciones y capacidades. En su tiempo esta sensibilidad estaba menos presente. Hoy, en cambio, la diversidad constituye un desafío educativo y pastoral para la convivencia humana, para el testimonio eclesial y para la Familia Salesiana. Diversidad quiere decir abundancia de relaciones, variedad de fuerzas, fertilidad de campos y, por tanto, fecundidad sin cálculo. ¡Qué incomparable oportunidad de diálogo, de intercambio de experiencias espirituales y educativas pueden ofrecer en la Familia Salesiana hombres y mujeres, consagrados y seculares, sacerdotes y laicos, en su especial condición de maridos, esposas e hijos, jóvenes, adultos y ancianos, obreros, profesionales o estudiantes, gente de diversos pueblos y culturas, en plenitud de fuerzas o en las pruebas de la enfermedad, santos y pecadores! Ciertamente, la unidad entre diversos no es un hecho de naturaleza; pero precisamente para que nosotros tuviésemos la fuerza de superar el instinto de autoafirmación, Jesús ha orado: “¡Que sean una sola cosa!” (cfr. Jn. 17, 11). Jesús, el Señor, el Hijo que se ha hecho nuestro compañero de camino, que reconcilia todas las cosas, las del cielo como las de la tierra (cfr. Col 1, 15) recapitulándolas en Dios, nos indica una tercera actitud: la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida, de situarnos juntos en un espacio nada etéreo, el Reino; de formar una comunidad reconocible de discípulos que asume unida su mandamiento: “Id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15). He aquí las tres actitudes indispensables para crecer en comunión: la amplitud de corazón, la acogida de la diversidad, la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida. 2.2 Comunión en y para la misión “La comunión genera comunión y se configura esencialmente como comunión misionera” (ChL 32). Ahora en el tercer milenio nuestra meta principal es la de expresar, de modo más evidente, la comunión en la misión, teniendo en cuenta los criterios siguientes: • Según las constantes de los orígenes y del desarrollo de la Familia Salesiana: Una cosa ha permanecido constante como preciosa herencia: la pasión educativa, en particular para los jóvenes pobres, a los que ayudamos a llegar a ser conscientes de la propia dignidad de personas, del valor y de las posibilidades que su vida tiene para Dios y para el mundo. “¡Da mihi animas!” ¡Es el lema de Don Bosco el que hacemos nuestro! Miramos a los jóvenes, a su dimensión espiritual, y queremos ocuparnos de ellos para despertar en ellos la vocación de ser hijos de Dios y ayudarles a realizarla, siguiendo el Sistema Preventivo, es decir, a través de la razón, la religión y el amor. Esto implica un desapego de todo cuanto nos puede distraer de nuestra entrega a Dios y a los jóvenes. He aquí el significado del “cetera tolle” que es la segunda parte de nuestro lema. • Según las condiciones del mundo de hoy: El mundo unificado a través de las comunicaciones, caracterizado por la complejidad, por el carácter transversal de múltiples “causas”, por la posibilidad de desafíos, ofrece un escenario nuevo para la misión cristiana, promocional, educativa, juvenil. La Familia Salesiana intentará unitariamente dar espacio a la propia presencia en la sociedad e incidencia a su acción educativa: existe el problema juvenil, la necesidad de defender la vida, existe la necesidad de combatir la pobreza en sus diversas expresiones; hay que promover la paz; existen los derechos humanos declarados que deben convertirse en algo real; y hay que dar a conocer a Jesucristo. • Como fruto de los últimos Aguinaldos: Los Aguinaldos de estos tres últimos años han evidenciado la emergencia educativa, el compromiso por la familia, la promoción de la vida, la preferencia por los pobres, la solidaridad globalizada, la nueva evangelización. Esta nueva fase de la Familia Salesiana estará marcada por una ardiente y activa caridad, llena de fantasía y generosidad: la que ha hecho de Don Bosco una imagen de Jesús Buen Pastor, reconocida por los jóvenes y por la gente humilde de su tiempo. Nosotros, Familia Salesiana, estamos llamados hoy, en el siglo XXI, a modelar nuestro corazón, pobre y de vez en cuando pecador, sobre el de Jesús, en el cual Dios se ha manifestado al mundo como El que da la vida para que el hombre sea feliz y tenga vida en abundancia (cfr. Jn 10, 10). 2.3 Algunas exigencias para proseguir el camino Emergen inmediatamente algunas exigencias para proseguir el camino de crecimiento y alcanzar la meta de la comunión en la misión que nos hemos propuesto: - Profundizar, para entenderlo mejor, el posible campo común y las características operativas de la misión. Esto comporta mirar, reflexionar, dialogar, estudiar, orar juntos para encontrar el camino que hemos de recorrer en espíritu de comunión. Es el signo del amor que los jóvenes esperan y del que ciertamente sentirán el impacto y el beneficio. - Colocar de nuevo en el centro la espiritualidad salesiana como impulso para la comunión por la misión, según el tiempo de la Iglesia y las condiciones de la experiencia religiosa de hoy; de lo cual se deduce la urgencia de la formación de los miembros y el compromiso de otros. La santidad: esta es la fuente y la energía de la cual “toma origen un vasto movimiento de personas que de modo diverso actúan para la salvación de la juventud” (Const. SDB 5): la Familia Salesiana. No se puede pensar que ésta sea el resultado de una organización perfecta o de técnicas refinadas de agregación. La ha suscitado el Espíritu y vide del Espíritu. A esta Familia le dirijo la presente invitación a adquirir una nueva mentalidad, a pensar y actuar siempre como Movimiento, con intenso espíritu de comunión (concordia), persuadida voluntad de sinergia (unidad de esfuerzos), con madura capacidad de trabajar en red (unidad de proyectos). En el Reglamento de los Salesianos Cooperadores escribió Don Bosco: “En todo tiempo se juzgó necesaria la unión de los buenos para ayudarse mutuamente en hacer el bien y tener alejado el mal…Las fuerzas débiles, cuando se unen, se vuelven fuertes y si una cuerdecilla tomada en sí misma se rompe fácilmente, es bastante difícil romper tres unidas. Las fuerzas débiles, unidas, se vuelven fuertes: Vis unita fortiori, funiculus triplex difficile rumpitur”. No debemos olvidar nunca que hemos sido fundados por un Santo de caridad social, Don Bosco (Cfr. Deus Caritas est n. 40) el cual era consciente de que el trabajo educativo pastoral tiene necesidad de una caridad cooperativa, para la cual el Espíritu Santo suscita carismas. - Asegurar la capacidad autónoma de los grupos en cuanto a su desarrollo, a la formación de los propios socios, a las iniciativas apostólicas. - Entender y experimentar formas ágiles de colaboración: “pensar globalmente, actuar localmente”. - Profundizar la experiencia salesiana que se desarrolla en la condición laical. 3. Líneas para el futuro Fruto de este Aguinaldo debe ser, por tanto, un esfuerzo conjunto más visible y también más concreto en la línea de la misión. Son muchas las propuestas que analizar, teniendo en cuenta el desenvolvimiento de la vida y de ciertas prioridades. A esto apuntan la Carta de la comunión y la Carta de la misión de la Familia Salesiana. Mientras la primera precisa cuidadosamente nuestro ADN común, es decir, los elementos que caracterizan nuestra identidad carismática salesiana, la segunda representa una declaración de intenciones y orientaciones. El objetivo de entrambas es, en primer lugar, el de crear conciencia, de formar mentalidad, de hacer surgir una “cultura de la Familia Salesiana”. Las dos deben llevar a cada miembro de los diversos grupos a sentir que sin los otros no se es lo que se debe ser y, en consecuencia, deben producir sinergias variadas, múltiples, no todas institucionalizadas. Ojala que el fruto de este Aguinaldo sea la Carta de la Espiritualidad, de la que he hablado otras veces. La espiritualidad es la motivación de fondo y el dinamismo más potente del compromiso de cada miembro de la Familia Salesiana, la que puede garantizar una mayor eficacia e incidencia en la acción educativa y evangelizadora. Las sinergias en la misión La referencia a la Carta de la comunión y a la Carta de la misión nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre las posibles condiciones de sinergias en la misión. Debemos, ante todo, tener presente que tenemos ya una misión común y la estamos llevando a cabo. Es la misión suscitada y articulada por el Espíritu Santo en diferentes servicios e iniciativas, en diferentes modalidades de intervención, pero en convergencia de objetivos contenidos y métodos. Esto ha sido obra del Espíritu Santo cuando del tronco salesiano ha hecho brotar y crecer una nueva rama con sus características específicas. Esto nos debe hacer entender que la primera condición para la comunión y la misión común es que cada grupo realice, con el mayor esfuerzo posible, la propia vocación y misión, que le infunda continua vitalidad con fidelidad y creatividad. El Espíritu nos ha ya agrupado en hombres y mujeres, consagrados y laicos, presentes entre la juventud, entre los enfermos, entre los pueblos a evangelizar, etc… Si cada grupo, con el espíritu y los objetivos declarados en el propio estatuto y que están de acuerdo con la espiritualidad salesiana, cumple este fin, tenemos ya completa la misión salesiana. La primera gran ayuda y la mejor realización de la Carta de la comunión y de la Carta de la misión es, pues, la conciencia de complementariedad al servicio de una gran misión, a la que debe seguir la apertura y disponibilidad de apoyar y sostener la misión común por parte de cada grupo. Nuestro tiempo, sin embargo, permite y requiere nuevas expresiones de la misión común. Existen hoy, como hemos destacado en los Aguinaldos de los últimos años, causas transversales (como la familia, la vida, la educación, los derechos de los menores, el problema de la paz, la cuestión de la mujer, la salvaguarda de la creación) que pueden exigirnos un compromiso conjunto. Existe, sobre todo, la solidaridad global que se está expresando en formas diversas y busca adhesiones, declaraciones públicas, presiones sobre organismos que orientan la vida de las naciones y del mundo. Y se dan también nuevas posibilidades de consorcio en red y de comunicación, y esto conduce a diversas formas de intervención y a activar energías que antes no estaban disponibles. Nosotros queremos sacar provecho de las posibilidades aún inexploradas en la misión salesiana y aprovechar las oportunidades que nos ofrece nuestro tiempo, haciendo converger capacidades adquiridas y creatividad innovadora. Estoy convencido que la Familia Salesiana se presentará con credibilidad en la Iglesia será pastoralmente, espiritual y vocacionalmente fecunda para los jóvenes, si logra trabajar unida para ellos, como verdadero Movimiento. No debemos olvidar que el Movimiento se caracteriza por algunas ideas-fuerza y un espíritu común. Más que en un estatuto, es un espíritu y una praxis donde se encuentran y convergen los miembros de los diversos grupos de un movimiento. ¡Es una adhesión más vital que formal! Desde esta perspectiva el Movimiento salesiano es mucho mayor que la Familia Salesiana, porque incluye a los mismos jóvenes, a los padres de nuestros destinatarios, a los colaboradores, los voluntarios, los simpatizantes de la obra salesiana, los bienhechores, incluso los no cristianos, como ocurre en tantas partes del mundo, especialmente, aunque no únicamente, en Asia. Se trata de personas que participan parcialmente de la misión o el carisma salesiano. Ellos son los “Amigos de Don Bosco”. Y es en el interior de este gran Movimiento donde se encuentra la Familia Salesiana como su núcleo animador. Los recursos ¿Con qué recursos contamos? • En primer lugar apostamos por la formación de las personas y sobre el refuerzo de las comunidades o grupos. • Pero tenemos también necesidad de la elaboración y adquisición de una cultura o mentalidad carismática común, para la cual deben servir la Carta de la Comunión y la Carta de la Misión. • El soporte organizativo es ciertamente útil pero tiene sólo un valor subsidiario y se acomoda a las exigencias y a las situaciones concretas. Seguimos creyendo, pues, que la Familia Salesiana es, ante todo y todavía hoy, una realidad carismática, cuyos grandes recursos son el Espíritu y la creatividad, todo esto apoyado sobre una suficiente estructura organizativa. En relación a la misión, existe aún otro aspecto que conviene destacar. Nos decimos corresponsables en la misión. Pero hemos de tener presente que la misión, que se refiere a varios campos (áreas, dimensiones), con objetivos y espíritu comunes, no implica necesariamente corresponsabilidad en cada iniciativa singular o en cada territorio particular. A medida que se desciende de la visión del gran ámbito de la misión a su realización concreta, se verá si conviene recurrir a colaboraciones bilaterales, trilaterales, sin anclarnos apriorísticamente en cualquier estructura global que guíe preventivamente a la totalidad. Tener un objetivo claro y seguir el curso de la vida y de la realidad es lo que nos conviene, como hemos repetido en el sexenio pasado sobre el pensar globalmente y el actuar localmente, dando fuerte vitalidad a las células, a los organismos esenciales, a los organismos intermedios y, finalmente, a la estructura última. Algunos campos de colaboración Los jóvenes Todos intentamos trabajar con el mayor número de jóvenes en diversas iniciativas. Observamos que entre los jóvenes se están consolidando, especialmente en estos últimos tiempos, los grupos juveniles que intentan realizar un camino de crecimiento humano y de fe según el Sistema Preventivo, que –sabemos- no es sólo metodología sino también un modo de concebir los contenidos. En ellos se forman los líderes que son llamados animadores, acompañantes, etc. Se está consolidando, en particular, el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) en el cual convergen grupos juveniles que nacen y se forman en la Familia Salesiana de la que quieren formar parte. Esta es una posibilidad ofrecida a todos. Hasta ahora en la animación del MJS se da una potente colaboración entre los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. Ojala en el futuro se vuelva más intensa la participación también de los Salesianos Cooperadores y de los Exalumnos, promoviendo el MJS entre los grupos juveniles. También esta es una iniciativa que se ha acordado entre las ramas de la Familia Salesiana más cercanas entre ellas y más presentes en el campo juvenil. FMA y SDB, en efecto, tienen una gran experiencia, muchas obras y organismos de animación activos desde hace mucho tiempo. Pero la participación está abierta a todos los demás. La participación tiene lugar a partir de una plataforma que se elabora con ocasión de cada encuentro o acontecimiento. Para los grupos juveniles es útil contar con una plataforma común de formación humana, de camino de fe y de propuesta vocacional, porque todo esto realiza la concepción educativa de Don Bosco. Por tanto se dan ya sinergias que existen y posibilidad de apertura de otras en el Movimiento Juvenil Salesiano, que ya es consciente de contar con una conciencia mundial. Visitando la Congregación he visto como el mensaje del Rector Mayor enviado cada año desde Turín, con ocasión de la Fiesta de Don Bosco, congrega mundialmente a los grupos que están presentes en los diversos continentes. Existe, pues, un espacio juvenil donde también podemos educar a los jóvenes a las futuras sinergias y a la futura solidaridad. Lo demuestra también el éxito de las Jornadas Mundiales de la Juventud que logran reunir, a pesar de las distancias y los gastos, a jóvenes de todas las partes del mundo, pertenecientes a grupos diocesanos, a grupos animados por institutos religiosos, de movimientos, o simplemente que se identifican con este tipo de iniciativas. La propuesta vocacional Ligado al tema del MJS está el de la propuesta vocacional, de la orientación vocacional y de nuestro testimonio. Sabemos que Don Bosco que tenía en gran estima a los laicos, se llenaba de alegría cuando podía ofrecer a la Iglesia sacerdotes y consagrados. Si es verdad, en efecto, que todos gozan de igual dignidad y de igual llamada a la santidad, es también cierto que, en la dinámica temporal del reino de Dios, hay vocaciones que mueven particularmente a la comunidad eclesial. Es, por tanto, importante que estemos unidos también en este objetivo. Haciendo que nuestros jóvenes recorran un camino de formación humana y cristiana, les proponemos un abanico de vocaciones, evidenciando también el mayor compromiso de “sequela Christi” propio de algunas vocaciones específicas. La finalidad de los grupos juveniles, formados por nuestras ramas particulares de la Familia Salesiana, no debe consistir en una alimentación de “pollitos” por medio de la propia Asociación. Nuestra finalidad es la educación cristiana y la orientación de los jóvenes en la vida. Debemos hacer llegar a los jóvenes la llamada de Cristo, indicando cómo, en la dinámica temporal del Reino, hay también vocaciones de mayor compromiso. Hemos de ser capaces de suscitar en los jóvenes deseos de formación y de disponibilidad, ser capaces de orientarles hacia vocaciones de servicio y de gran significado (entre estas incluyo también el voluntariado), todo en el realismo del Reino. Las Misiones Un tercer campo en el que estamos ya colaborando, un campo que la solidariedad y cooperación actuales pueden alargar ofreciendo nuevas posibilidades, es el de las misiones. En las últimas expediciones misioneras se ha ido consolidando, junto a los religiosos, la presencia de laicos, individuos, parejas y hasta familias enteras. Es hermoso constatar que, en el interior de la Familia Salesiana, existen grupos que incluyen el factor misionero en su misma denominación. El factor misionero tiene, incluso, diversas expresiones e iniciativas especialmente en nuestro tiempo en que se habla de solidaridad globalizada. Hay nuevas posibilidades de compromiso misionero. Existe la posibilidad de la presencia personal, la posibilidad del hermanamiento y la del apoyo a distancia de diversas maneras. Viendo la diferencia entre las diversas partes del mundo, pienso en cuán hermoso sería si hubiese una red de hermanamiento capaz de hacer llegar recursos, dar respuesta a variadas necesidades; y, donde hay fuerzas disponibles, estar abiertos a colaboraciones temporales o incluso definitivas. Esto en fase de proyecto y sucesivamente para su realización en sinergia. El Boletín Salesiano Hay un sector ulterior, muy importante, donde estamos ya colaborando: es el campo de la comunicación en la Iglesia y en la sociedad. Cada grupo tiene el propio órgano de comunicación interna, que distribuye luego al exterior del grupo. Sabéis, sin embargo, que existe una revista o un órgano que nos representa a todos y es el Boletín Salesiano. Nosotros decimos que es un órgano para la Familia Salesiana, para el Movimiento Salesiano y para toda la opinión salesiana del mundo, que presenta el punto de vista de la Familia sobre las realidades que estamos viviendo, y abre al mundo una ventana sobre la realidad salesiana. Es verdad que el Boletín está gestionado y dirigido por la Congregación Salesiana. Sería superfluo y gravoso crear un gran organismo de representatividad. Se le está dando siempre mayor espacio a la Familia Salesiana en el consejo de redacción y se van presentando nuestras , más que “parcelar” las páginas lo cual no sería oportuno. De la imagen que el Boletín logre crear extraemos beneficio todos. Visibilidad eclesial de la presencia salesiana como “Movimiento” Sería interesante, a través de todas las sinergias, actuar, obrar siempre más como Movimiento y tener así una presencia visible en la realidad social y eclesial. Debemos superar dos peligros, por lo demás no imaginarios: por un lado, un protagonismo demasiado rumoroso y, por otra, un absentismo injustificable. Más que una obra de gran propaganda o afirmación clamorosa, en la Iglesia local, debería ser bien clara nuestra presencia solidaria con el Obispo, con los sacerdotes; debemos mostrar nuestra capacidad de actuar a favor de algunas causas haciendo ver que no obramos en función de nosotros mismos sino de la comunidad eclesial la cual, a su vez, está en función de la salvación del mundo. Una cultura de la Familia Salesiana A fin de que la cultura de la Familia, esto es la visión y la mentalidad del trabajo conjunto, pase a todas las ramas y a todo el árbol, es indispensable que todos los socios de los distintos grupos se vuelvan conscientes de su pertenencia a un vasto Movimiento de personas, nacido del corazón apostólico de Don Bosco, y se vuelvan disponibles a las sinergias, a las convergencias, a las múltiples colaboraciones, diversas, ágiles, mejorables. No buscamos una gran organización para establecer o ratificar desde la cima las cosas que deban hacerse, sino un fuerte impulso de espiritualidad capaz de vitalizar las células y los organismos, a fin de que estos creen luego las posibles colaboraciones. Desde esta perspectiva nace como primera tarea la relectura por parte de todos tanto de la “Carta de la comunión” como de la “Carta de la misión”. Se encuentran aquí las grandes ideas que hay que transmitir y las grandes elecciones que es preciso llevar a cabo. Todavía, además del estudio de estos documentos, ayudará el hacer, entre los diversos grupos, experiencias de convivencia, de espiritualidad, de fraternidad, de colaboración. Lo cual elevará el nivel de recíproca confianza, el valorar las posibilidades que tienen el carisma y la Familia de Don Bosco. El objetivo que hay que alcanzar es siempre el de pasar de la concordia a la comunión de intentos, a la colaboración y corresponsabilidad en proyectos comunes sobre el territorio social y eclesial. 4. Sugerencias para la concreción del Aguinaldo He aquí algunos pasos para hacer que la Familia Salesiana llegue a ser de verdad un vasto movimiento al servicio de la salvación de los jóvenes. 1. Colaborar juntos en la formación y profundización de la mentalidad carismática de la Familia Salesiana Para ello nos esforzaremos en: - hacer objeto de estudio y de profundización la “Carta de la comunión” y la “Carta de la Misión” por parte de cada grupo de la Familia Salesiana, a fin de hacer crecer en cada uno de sus miembros la cultura de Familia y la conciencia de Movimiento. - compartir las conclusiones de este estudio en la “Consulta” local e inspectorial de la Familia Salesiana y escoger, como conclusión, algunas líneas operativas de colaboración y sinergia al servicio de la misión salesiana en el propio territorio. 2. Promover un compromiso compartido Estudiar en común, entre los diversos grupos de la Familia Salesiana presentes en un territorio, la situación de los jóvenes de hoy, sobre todo en torno a los grandes retos de la vida, de la pobreza en sus diversas expresiones, de la evangelización, de la paz, de los derechos humanos…y buscar: - vías para mejorar las iniciativas ya en acto, mediante una mayor colaboración y trabajo en red; - promover nuevas iniciativas con la contribución específica de los diversos grupos presentes. 3. Un instrumento de comunión: la Consulta local e inspectorial de la Familia Salesiana Dotar de mayor consistencia a la Consulta local e inspectorial de la Familia Salesiana, buscando la manera más adecuada de realizarlas, para que sean no sólo una ocasión de intercambio de ideas y experiencias, sino sobre todo un instrumento - para reflexionar juntos sobre los desafíos de la misión en el propio territorio y para compartir algunas líneas fundamentales de respuesta que cada grupo se esfuerza por asumir según las propias posibilidades; - para buscar vías de colaboración ágil y bien articulada en proyectos educativos y de evangelización, sobre todo al servicio de los jóvenes. 4. Algunas plataformas de colaboración y trabajo en red que hay que promover y desarrollar - La animación del Movimiento Juvenil Salesiano, • Desarrollando en los diversos grupos juveniles animados por los grupos de la FS el compromiso de compartir y participar en el Movimiento Juvenil Salesiano; • Implicándose en el acompañamiento de grupos y de jóvenes; • Compartiendo en el camino formativo de los grupos un itinerario de educación a la fe que les ayude a descubrir la asunción de la propia vocación apostólica en la Iglesia y en la sociedad. - La animación y promoción entre los jóvenes y adultos del Voluntariado salesiano, social y misionero, como respuesta salesiana a los grandes desafíos del mundo juvenil de hoy, en particular de los jóvenes más pobres y en riesgo. - La promoción de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales de especial compromiso, al servicio de la Iglesia y, en particular, en la Familia Salesiana, mediante: • La participación en las iniciativas vocacionales promovidas en la Iglesia local; • El testimonio de la propia vida vivida como vocación, y la presentación de las diversas vocaciones en la Iglesia y en la sociedad, en especial en la Familia Salesiana; • Una atención particular y acompañamiento de los jóvenes en su camino de pareja con iniciativas adecuadas. • El apoyo a las familias y a los padres en su compromiso educativo, promoviendo escuelas de padres, grupos de parejas, etc… Conclusión Concluyo con una oración a Don Bosco, padre carismático de toda la Familia Salesiana, compuesta por don Egidio Viganó. Me parece más oportuna que nunca porque es particularmente contemplativa y programática. He aquí la plegaria de la Familia Salesiana: Padre y maestro de la juventud, San Juan Bosco, que dócil a los dones del Espíritu Santo, legaste a la Familia Salesiana el tesoro de tu predilección por “los pequeños y los pobres”, enséñanos a ser cada día para ellos, signos y portadores del amor de Dios, cultivando en nuestro ánimo los mismos sentimientos de Cristo Buen Pastor. Pide para todos los miembros de tu Familia un corazón lleno de bondad, constancia en el trabajo, sabiduría en el discernimiento, valentía en testimoniar el sentido de Iglesia y generosidad misionera. Obtiene del Señor para nosotros la gracia de ser fieles a la alianza especial que el Señor ha hecho con nosotros, y haz que, guiados por María, recorramos con alegría, junto a los jóvenes el camino que conduce al amor. Amén. Queridísimos hermanos y hermanas, amigos todos, os deseo un año 2009 rico de gracias y os confío la tarea de hacer verdaderamente de la Familia Salesiana un vasto y solidario movimiento de personas para la salvación de los jóvenes.

Con afecto, en Don Bosco
Don Pascual Chávez Villanueva Rector Mayor

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